Tú. Lo que me motiva a hacer cualquier cosa, quien me inspira a lo insospechado, por quien daría el resto de mis sonrisas. Como una luz que viene y se va, pero que al fin y al cabo, siempre está ahí.
Cambiamos. Crecemos, sufrimos, sonreimos, lloramos, amamos, pero en definitiva, cambiamos. Sabemos que no todo queda igual eternamente, y menos aún las personas. Una relación, aunque sea tan extraña, o especial, como queramos llamarlo, como la nuestra, tiene que cambiar. Supongo que la hemos mantenido mucho tiempo, o ha cambiado más lentamente. Pero al fin y al cabo tenía que cambiar, para bien y para mal.
¿Te arrepientes de algo de lo que hemos hecho? Yo nunca. Ni de las lágrimas, ni de las sonrisas, ni de las discusiones. ¡Que le den al arrepentimiento! Mientras siga podiendo hablar contigo.
Y me da igual que me hagas daño, hoy, mañana, o cuando quieras. Sabes como soy, todo me hace daño, y tú puedes tener una capacidad increíble para hacerlo, solo por ser tú. Me importa más que todo eso que en dos años hayas controlado esa capacidad para hacerme daño tan bien, ya que puede que seas la persona que menos daño me ha hecho de las realmente importantes.
Gracias por estar ahí. Gracias por soportar todos mis malos ratos. Gracias por existir.
Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario