Puedes tirarte en la cama cuando todos se han ido. Puedes llorar, puedes gritar y chillar. Puedes caer en un vacío cada vez que cierres los ojos, puedes sentirte desgraciada todas las veces que quieras. Puedes ponerte a temblar cada vez que le veas. Puedes seguir levantandoles la cabeza y hacer como que todo te da igual, puedes decir que todo sigue igual. Puedes seguir llevando la misma ropa, hablando de la misma forma y siguiendo la misma rutina. Pero en el fondo sabes que algo se ha roto, que lo roto no se reconstruye y que puedes no volver a ser la de antes. Que tu música no te guía igual, que leer ya no te introduce a otros mundos, que a tus amigos no les interesas triste. Que no hay nada fuera que quieras ver, que no hay nada dentro.
Y también puedes rendirte y pasar de todo, pero nunca sabes si es la solución. Pero bah, ¿qué más da la solución? Mi solución siempre es la misma, llorar y echar de menos. Llorar y echar de menos.
Echarles de menos, echar de menos esos momentos, echar de menos risas, echar de menos tantísimas cosas.. Y llorar por todas esas cosas y por más, o simplemente por nada, ¿qué más da?
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